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jueves, 27 de julio de 2023

Comentario literario LOS CÍRCULOS DE LA POETA Astrid Fugellie

 

Comentario literario

LOS CÍRCULOS

Astrid Fugellie

2° Edición, 1996- La Trastienda

Premio Academia Chilena de la Lengua 1989.

 

Por Ingrid Odgers Toloza

 

EL RESCATE DE NUESTRO NAUFRAGIO.

 

Lo primero que tengo que indicar, es que extrañé el índice. Me costó adentrarme en un texto que de primera se observa algo desordenado. Después de la tercera lectura el panorama se aclara abismalmente.

Toda historia es circular, es lo que nos muestra Astrid en este libro de poemas y prosas, titulado “Los círculos” y publicado en los ochenta.

En la década del ochenta giramos entre silencios, muerte, violencia, censura y resistencia ¿quién no lo recuerda con dolor?

Este dolor atraviesa todos los módulos escritos donde el nacimiento, la vida y la muerte se presentan desgarradores. La indignidad cruza las palabras el mundo se presenta aplastante, con dioses patriarcales que no dan cabida a la mujer sino como esclava perpetua del macho.

 En Círculo negro el poema La desollada:

 

-Vivirás las costas que dan a la Isla

de los Fuegos.

Soy huesa santa, me parieron aquí,

sin consulta previa.

 

Me vomitaron y después dijeron:

- ¡Salud!, hasta que te crezcan

gusanos y flores.

Óyeme, mírame desollada:

El primer hueso indigno que llevo puesto

es la cicatriz en el vientre que me trajo.

A la Fiesta Negra, el segundo hueso,

el tercero

y los despreciables que le siguen

se dejaron caer en advénticos discursos:

-Formarás una familia de dos hijos varones,

un perro sin edad aparente y un conejo que

de improviso morirá destrozado por el hocico necio

del canino.

 

Me movilicé, entonces, arrastrando

el tintinear de mi osamenta,

tajada de campana que llama a misa de gotitas

a animales y muecas.

 

La autora muestra un compromiso social inusitado, el compromiso del escritor/a.

 

De Círculo exaltado, el poema El poeta expresa:

Rondaba su creatividad, el bululú

De la composición.

El poeta decía: — Puedo crear imágenes.

I Las piedras tienen ojos generosos.

II La luna es el pan eucarístico de la noche.

III El sol tiene raíces amarillas.

 

Y sostenía:

—Lo que digan mis imágenes, da lo mismo.

Al oírlo, el Círculo irrumpió en furia de tolmo:

—¿No has pensado en tu pueblo?

Sobre el pecho de la tierra

fluían las lloreras del malcomer.

Uno, diez, cien, mil hombres en inmutable

estado de necesidad morían.

—No lo había pensado, repuso el creador

cabizbajo.

 

En el módulo denominado Círculo hueco, encontramos el poema

La fiesta negra de la creación que dice así:

 

1

Apáguese la negra fiesta de la creación

Porque sus esponsales fueron de Dioses

Con cuello y corbata

Y avívese los fuegos de la sangre

en memoria de mis siervos.

 

2

Porque ahora y en la hora los falsos jubilosos

Negaron crecer cantando mis alabanzas.

 

Y destaparon cráneos y saquearon cuerpos.

 

No diría yo que es poesía religiosa como expresa Fidel Sepúlveda, más bien una protesta contra las religiones y los dioses cualquiera sea su origen, de cualquier etnia o raza, una protesta que puede parecer insólita, porque la sociedad la hacen los hombres y mujeres, es la conducta del hombre y la mujer la que trae maldición o bendición a nuestras vidas. Es factible sí que puedan influir en algo las religiones, pero no olvidemos nunca que tenemos el libre albedrío y es ese el causante de los errores, las matanzas, la traición, las mentiras, robos, engaño, etc. El hombre ha ambicionado siempre el poder y la riqueza no por mandato divino sino producto de su naturaleza humana, de su debilidad. El hombre y la mujer a veces son capaces de matar para conseguir sus más bajas aspiraciones. Ambiciones que fácilmente lo llevan a robar, matar, asolar pueblos y naciones.

 

Pero encontramos mucho más en la escritura de Astrid, ella no olvida las raíces, a los indios ni la muerte de lo étnico, lo social y cultural tampoco las consecuencias:

 

Lucrecia Millapi

Fresia Millapi tenía una hija llamada Lucrecia. De la voz de Lucrecia Millapi se decía: Es dulce como el canto que se aprende de la cuyuca. Y de su pecho emotivo: Se lo prodigaron las loicas.

Lucrecia Millapi ayudaba a su madre. Cuando ambas salían cargando las sábanas, las pobladoras secreteaban: Se les parece a los ángeles.

Lucrecia Millapi murió siendo niña y Fresia, su madre, lloró tres largos días y tres noches largas, al cabo de los cuales le sobrevino el consuelo: Bueno, pensó la mujer, Lucrecia no merecía mi suerte.

 

¿Qué destino le esperaba a Lucrecia Millapi?

Cómo sería que su madre resignada manifiesta: Lucrecia no merecía mi suerte.

Acá el poema titulado raulina yagán yagán:

Raulina Yagán Yagán,

la última yámana[1] de Tekenica

y de Ukika, poblados de

nutrias y sembraderos vecinos a la crueldad de las

redes y el mar, murió un diez

y siete de abril de mil

novecientos ochenta y siete.

 

Raulina Yagán Yagán no dejó más descendencia que

uno que otro tejido a telar, que la infeliz hubo de

aprender para sobrevivir, porque el mínimo empleo

repelió su oficio de entre lazadora de canastos y

canoas en miniatura.

 

Y así, Raulina Yagán Yagán, la última yámana de

Tekenica y de Ukika subió a los cielos donde Pedro,

en nombre del Dios Padre Todo Poderoso la recibió:

—¿Tu nombre?

—Raulina Yagán Yagán, repuso la indígena con la

cabeza gacha, y luego agregó, Annu lalayala…

—¿Qué dices?, interrogó el Blanco Santo.

—¡Los he dejado!, ¡Ya los he dejado!, ¿Dónde puedo

encontrar a mi padre dios yámana?

—¿Tu dios padre yámana?, ¿Te refieres al dios padre

de los yaganes?, insistió algo desconcertado el bueno

de Pedro.

—¡Sí!, sisí, se esperanzó Raulina Yagán Yagán.

—Murió, Raulina, tu padre dios murió el diez y siete

de abril de mil novecientos ochenta y siete, en la tarde.

 

En este enorme trabajo poético, toda la raza indígena está sometida a un fin eminente.

La realidad que muestra esta obra magnífica de Astrid Fugellie impacta hondamente. Sin duda alguna es un texto para reflexionar, repensar, dimensionar, sopesar cada uno de nuestros actos.

Estamos frente a una poeta admirable, poseedora de una genialidad máxima, es notable como nos atrapa Astrid con su trabajo poético, con la estructura que le otorga, las palabras que ocupa, los neologismos, palabras que nos señalan, recuerdan y advierten y que además demandan la más absoluta introspección como ser humano: hombre y mujer.



[1] Los yámanas fueron el pueblo más austral del mundo. Cazadores-recolectores marítimos, pasaban gran parte de su vida arriba de su anan (canoa de corteza de árboles) o en pequeños y precarios campamentos de chozas de pieles y armazón de palos a orillas del mar.

 

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