COMENTARIO ORLANDO
VIRGINIA WOOLF
VIRGINIA WOOLF
Publicada el 11 de octubre de 1928
Por Ingrid Odgers Toloza
Esta obra,
nos parece que fue concebida como una parodia del género biográfico muy
característico del período victoriano, el lugar común pertenecía a los hombres,
y es parte del vanguardismo literario de Inglaterra a principios del siglo XX.
En Orlando, la autora juega con las aquiescencias del género novelístico de la misma forma que juguetea con las convenios de la biografía. Está empapada de evocaciones Shakespearianas, con menciones a las tramas de Otelo, así como al Orlando enamorado de Boiardo— poema épico escrito por el autor renacentista italiano Matteo Maria Boiardo en el año 1486— y al Orlando furioso de Ariosto—poema épico caballeresco- publicado en 1532. Obras cuya temáticas tiene relación con la traición, los celos y el laberinto de las relaciones humanas.
La
prosa de Woolf es poética, espinosa—no es fácil de comprender— y llena de
símbolos, en esta novela reluce su escritura con magnificencia. Describe con pormenores los
campos ingleses, narra las características del desierto, las particularidades de
la vestimenta, integra escenarios festivos, e indica soliloquios de la
protagonista con maestría. Es muy cierto
que a veces incomodan las numerosas reflexiones. Como toda obra de Virginia nos
desconcierta.
Virginia Woolf, magníficamente creativa, y adelantada a su época, nos hace “ver” el alma y el espíritu de hombres y mujeres. Nos indica lo que tenemos en común y la irrelevancia que tiene el sexo, únicamente importa la persona, hay libertad en el amar y que la estructura social que nos rige se desvanece en la intimidad, que la ambigüedad es una opción como otra cualquiera, No hay que escandalizarse, ni dar explicaciones, porque tu vida es tuya. Solamente tuya. Orlando siempre es y será Orlando, independiente de su sexo siempre es el mismo. Orlando.
Fragmentos
del libro:
"Pero
si había dormido, ¿de qué naturaleza -no podemos dejar de preguntar- son los
sueños como ése? ¿Son medidas reparadoras -letargos en que los recuerdos más
dolorosos, los hechos capaces de invalidar la vida para siempre, son rozados
por un ala oscura que les alisa la aspereza y los dora, por feos y mezquinos
que sean, con un resplandor, una incandescencia? ¿Es preciso que el dedo de la
muerte se pose en el tumulto de la vida de vez en cuando para que no nos haga
pedazos? ¿Estamos conformados de tal manera que no nos haga pedazos? ¿Estamos
conformados de tal manera que diariamente necesitamos minúsculas dosis de
muerte para ejercer el oficio de vivir? Y entonces, ¿qué raros poderes son ésos
que penetran nuestros más secretos caminos y cambian nuestros bienes más
preciosos a despecho de nuestra voluntad?"
"Con
la puerta cerrada y la seguridad de estar solo, sacaba un viejo cuaderno,
cosido con una seda robada del costurero de su madre, y rotulado con letra
redonda de colegial: "La Encina, Poema." Escribía en él hasta mucho
después de la medianoche. Pero como por cada verso que agregaba borraba otro,
el total, a fin de año, solía ser menos que al principio, y era como si, a
fuerza de escribirlo, el poema se fuera convirtiendo en un poema en
blanco."
"Dio
en cavilar si la Naturaleza era bella o cruel; y luego se preguntó qué era esa
belleza; si estaba en las cosas mismas o sólo en ella, y así pasó al problema
de la realidad, que la condujo al de la verdad, que a su vez la condujo al
Amor, la Amistad y la Poesía (como antes en la colina del roble); y que le
hicieron anhelar, como nunca, una pluma y un tintero.
'¡Quién
pudiera escribir!' gritaba (pues tenía el prejuicio literario de que las
palabras escritas son palabras compartidas)."
"...
la poesía puede corromper más seguramente que la lujuria o la pólvora."
"Afortunadamente,
la diferencia de los sexos es más profunda. Los trajes no son otra cosa que
símbolos de algo escondido muy adentro. Fue una transformación de la misma
Orlando la que determinó su elección del traje de mujer y sexo de mujer. Quizá
al obrar así, ella sólo expresó un poco más abiertamente que lo habitual - es
indiscutible que su característica primordial era la franqueza- algo que les
ocurre a muchas personas y que no manifiestan. Por diversos que sean los sexos,
se confunden. No hay ser humano que no oscile de un sexo a otro, y a menudo
sólo los trajes siguen siendo varones o mujeres, mientras que el sexo oculto es
lo contrario del que está a la vista."
"Tenía
amantes de sobra; pero la vida, que al fin y al cabo no carece de toda
importancia, se le escapaba."
"Sólo
podemos creer enteramente en lo que no podemos ver". (p.145)
"...
el manuscrito de su poema "La Encina". Lo había llevado consigo
tantos años, y en circunstancias tan azarosas, que muchas páginas estaban
manchadas, algunas rotas, y la carencia de papel entre los gitanos había
forzado a aprovechar los márgenes y cruzar las líneas hasta que el manuscrito
parecía un zurcido prolijo. Volvió a la primera página y leyó la fecha 1586, en
la antigua letra de colegial. ¡Casi trescientos años que estaba trabajándolo!
Ya era tiempo de concluirlo." p.172
"Porque
parece -su caso era una prueba- que escribimos, no con los dedos, sino con todo
nuestro ser. El nervio que gobierna la pluma se enreda en cada fibra de nuestro
ser, entra en el corazón, traspasa el hígado." p. 177
"Habiendo
interrogado al hombre y al pájaro y a los insectos (porque los peces, cuentan
los hombre que para oírlos hablar han vivido años de años en la soledad de
verdes cavernas, nunca, nunca lo dicen, y tal vez lo saben por eso mismo), habiendo
interrogado a todos ellos sin volvernos más sabios, sino más viejos y más fríos
-porque, ¿no hemos, acaso, implorado el don de aprisionar en un libro algo tan
raro y tan extraño, que uno estuviera listo a jurar que era el sentido de la
vida?-, fuerza es retroceder y decir directamente al lecto que espera todo
trémulo escuchar qué cosa es la vida: ¡ay!, no lo sabemos." p. 197
"El
manuscrito, que yacía sobre su corazón, empezó a latir y a agitarse, como si
fuera vivo, y (rasgo más raro e indicio de la fina simpatía que había entre los
dos) a Orlando le bastó inclinarse para entender lo que decía. Quería que lo
leyeran. Exigía que lo leyeran. Era capaz de morírsele sobre el pecho si no lo
leían. Por primera vez en su vida, Orlando se rebeló contra la naturaleza.
Había a su alrededor profusión de dogos y de cercos de rosas. Pero ni los
dogos, ni los cercos de rosas pueden leer. Esa lamentable imprevisión de la
Providencia nunca la había impresionado. Sólo los seres humanos tienen ese don.
Los seres humanos eran imprescindibles." p. 198
"Al
pensar esas cosas, el túnel infinitamente largo en que ella había estado
viajando por centenares de años se ensanchó; penetró la luz; sus pensamientos
se templaron misteriosamente como si un afinador le hubiera puesto la llave en
el espinazo y hubiera estirado mucho sus nervios; al mismo tiempo se le aguzó
el oído; percibía cada susurro y cada crujido en el cuarto, hasta que el
tic-tac del reloj sobre la chimenea fue como un martillazo." p. 216
"¿Qué
revelación más aterradora que la de comprender que este momento es el momento
actual? La conmoción no nos destruye, porque el pasado nos ampara de un lado y
el porvenir de otro. Pero no queda tiempo de meditar: Orlando estaba en
retardo." p.217
"Sombras y perfume la envolvieron. Eliminó el presente como si fueran gotas de agua hirviendo. Ondulaba la luz como telas livianas ahuecadas por una brisa de verano." p.217
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