CRUJIR DE FONDO
ROWSON YEBER
Chillán de Chile
EDICIONES JINETE AZUL- 2013
Por Ingrid Odgers
Lo primero aclarar, Yeber es un poeta
intelectual y un observador constante del
afán del mundo con sus acontecimientos cotidianos y recurrentes.
Su libro de poemas Crujir de fondo, consta
de tres partes y/o secciones, son estas:
El radio crítico, No hay garantía y La nata
del mundo. En esta trilogía de poemas, la estética de lo absurdo y de la ironía,
prevalecen.
Al internarnos por sus páginas,
observamos, el escepticismo, la crueldad, la inútil solución del problema del
mundo, el abandono del hombre en todas
partes, tales como el mar, la tierra.
Nos encontramos con el hecho
desconsolador de que ninguna novedad existe y nos vemos, sin lugar a dudas inmersos
en un vacío existencial (el no encontrar
un sentido para la vida), donde los seres humanos se encuentran alienados,
donde perdemos algo que es parte de nuestra esencia, algo propio y muy personal,
y es que en este país no ocurre nada vital que anime y haga crecer el sentido de lo humano, la
dimensión humana, todo lo contrario, acá brilla lo opaco, lo carente de valor, la
prensa rosa, la prensa amarilla, la prensa roja, bombardeados por todos lados
con publicidad y promociones diversas, así tenemos también a la tecnología que
nos aleja del otro/a más aún, al reemplazar los espacios de encuentro con el
otro o los otros, sabemos ya que el whatsAap, el twitter y/o los correos
electrónicos, han reemplazado, en su mayoría, las juntas cara a cara con
amigos/as y/o conocido/as, la típica conversación con un café matinal al
mediodía o la cerveza del bar en la tarde-noche o por último una charla en
nuestras casas. Las jornadas laborales son extensas, vivimos en estrés
permanente y siempre falta tiempo para una conversación relajada y refrescante.
Observamos la visión crítica de Rowson,
con la cual no podemos dejar de estar de acuerdo, como el sistema social que nos oprime, su ojo frente al predicador callejero, su mirada ante el crédito
de consumo y/o el reality inicuo televisado, que nada aporta al ciudadano
común. El predicador, su estruendo insoportable, el crédito que trae las
incesantes llamadas de cobranzas humanas o robóticas, el reality…todo lo banal.
Lo desechable que nos golpea e inunda.
Pero hay algo a destacar a su vez, el poeta
no olvida el toque sensual y nos recuerda que es un hombre, un ser humano
sensible, vivo, atento y abierto.
Yeber lo sabe bien, el poeta es un animal herido que vive porque
puede crear una obra de arte como su libro: Crujir de fondo.
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