POESÍA
NATALIA MORALES
EDICIONES ORLANDO, 2014
“Disonancias”
obra primera de Natalia Morales, se caracteriza por estar escrita desde una estética
de la decepción.
Decepción, desilusión, desencanto y es de
esta forma como dolor y desesperanza se encumbran en la escritura poética de
Natalia, la conciencia del engaño, de la mentira y la traición. El aterrizaje a
la dura realidad, cuando ya no se sabe en qué o en quién confiar. Esta certeza
empapa cada texto de la autora, existe en este libro una persistente espera de
la nada, una fragmentación del ser “entre alientos y frágil humanidad”,
reconoce la poeta y sentencia: “Somos un
pedazo de carne / a la vista de otros / Aquellos que no empatizan / con el
partido de los vivos". Y en el poema
Futuro sin futuro manifiesta: “…Los
comandantes de mis sombras / reclaman alcanzar / vida unidireccional, / para
que camine como agonizante/ a la deriva de un futuro inexistente. “
Ante la decepción el ser humano sucumbe o manifiesta su dolor a través de un proceso de mutación existencial, tal vez el
exilio, el retorno al interior, a la introspección y el alejamiento de lo que
genera ese dolor. Ya se sabe que el mundo no es fantástico, no es “ideal”, que
la esencia está desconectada de la realidad que día a día se vive, la certeza
de ser parte de un mundo que no se comprende, ni se asimila como es, choca,
rompe alma y corazón.
Y es así como la poeta indica:
“Simplemente/
lo perdí / antes /de darme cuenta / antes / de sostener mi cuerpo / me perdí.”
Es un universo profundamente pesimista, de
gran fragmentación.
Aquí hay avenidas rebelión, mitos, cortezas,
desconocidos, entierro, marionetas forzadas a crecer.
Es imposible no traer a la mente la novela
“La desesperanza”, de José Donoso” o a los poetas de los años ochenta, como
Eduardo Llanos, Tomás Harris, Eugenia Brito, etc., pese a la gran diferencia de
edad de la autora con estos reconocidos poetas nacionales.
Debo mencionar a la poesía negra y recordar
al grupo de poetas bajo la denominación de Mandrágora.(1)
La Poesía Negra, con respecto a la
psicopatología, reconoce en ella un instrumento valioso, para la exploración de
las zonas oscuras del alma, un instrumento que facilitará al poeta la búsqueda
y el socavamiento de su instinto poético, pero se niega categóricamente a someterse a
los procesos curativos. Ella no pasará de ser, para el poeta “negro”,
sino un campo amplio y propicio, en donde podrán tener lugar, las más
sorprendentes experiencias poéticas.
Es el trabajo que ha realizado Natalia.
Hay que leerlo.
Ingrid Odgers Toloza
Escritora-editora
(1)La Mandrágora fue un grupo de poetas surrealistas chilenos fundado en 1938 por Braulio Arenas, Teófilo Cid y Enrique Gómez Correa, al que se suma, siendo aún un adolescente, Jorge Cáceres.
Concepción,
diciembre 9 de 2014.-
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