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martes, 9 de septiembre de 2025

ENSAYO Lo siniestro en lo cotidiano: Comparación entre La soga y La casa de azúcar de Silvina Ocampo

 

ENSAYO

Lo siniestro en lo cotidiano: Comparación entre La soga y La casa de azúcar de Silvina Ocampo

 


POR: Ingrid OdgersToloza

Introducción

La narrativa de Silvina Ocampo se caracteriza por la irrupción de lo extraño en lo familiar, mostrando cómo los objetos y espacios cotidianos se cargan de un poder perturbador. En este ensayo se analizarán dos de sus cuentos: La soga y La casa de azúcar, en los que una cuerda y una vivienda —elementos aparentemente inofensivos— se transforman en catalizadores de lo siniestro. Ambos relatos revelan la vulnerabilidad humana ante lo fantástico, ya sea a través de la infancia o de la vida conyugal, y muestran la potencia destructiva que se oculta en lo doméstico.

Desarrollo

1. Objetos y espacios animados

En La soga, una cuerda común es personificada y adquiere autonomía, hasta convertirse en un ser obediente y al mismo tiempo letal. El niño Antoñito la bautiza como Prímula, juega con ella como si fuese un animal, y finalmente muere por su acción. En La casa de azúcar, es la vivienda misma la que actúa: un espacio cargado de memoria que termina absorbiendo la identidad de su habitante. En ambos casos, lo inerte se vuelve agente activo, borrando la frontera entre objeto y sujeto.

2. Vulnerabilidad y desprotección

El protagonista de La soga es un niño, símbolo de la curiosidad inocente pero también de la fragilidad frente al peligro. La ausencia de advertencias adultas refuerza la crítica implícita a la indiferencia social hacia la infancia. En La casa de azúcar, la vulnerabilidad se traslada al mundo adulto: la esposa, incapaz de resistir la sugestión del lugar, se despersonaliza hasta confundirse con la antigua dueña. Ambos cuentos muestran cómo lo cotidiano puede anular la voluntad humana, ya sea a través del juego infantil o de la sugestión psicológica.

 

3. Ambigüedad fantástica

Ocampo construye lo fantástico desde la ambigüedad. En La soga, el lector no sabe si la cuerda realmente cobra vida o si todo responde a la imaginación de Antoñito. En La casa de azúcar, la duda recae en la influencia de la casa: ¿es un fenómeno sobrenatural o una obsesión psicológica? La autora rehúye la explicación racional, lo que provoca un efecto inquietante que sitúa al lector en la frontera entre realidad y fantasía.

4. Desenlaces siniestros

Ambos relatos culminan con la derrota del ser humano. Antoñito muere golpeado por la cuerda, mientras que la protagonista de La casa de azúcar pierde su identidad absorbida por el espacio. En cada caso, lo cotidiano se convierte en verdugo: la cuerda como instrumento de muerte y la casa como símbolo de disolución del yo.

Conclusión

En La soga y La casa de azúcar, Silvina Ocampo despliega una poética de lo siniestro que se enraíza en lo cotidiano. Tanto la cuerda como la casa representan cómo lo familiar puede ocultar fuerzas destructivas capaces de subvertir la vida. Si en el primer caso lo fantástico se manifiesta en la infancia, en el segundo se traslada a la experiencia adulta, mostrando que la fragilidad frente a lo extraño no conoce edad. De este modo, Ocampo revela que lo doméstico no es refugio, sino escenario de lo ominoso, donde la inocencia y la identidad pueden ser devoradas en silencio.

 

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