Por Ingrid Odgers Toloza
Muriel Barbery, profesora de filosofía y escritora, nos trae la historia de Renée, la portera del número 7 de la calle Grenelle, París, un libro recomendable…de todas maneras.
En relación a los recursos, la autora utiliza el monólogo interior en el personaje de la portera y el relato autobiográfico en el caso de Paloma, quien tiene un diario de vida donde expresa su particular visión de entorno y sociedad.
Existen fragmentos humorísticos, otros son tragicómicos y realmente el lector los disfruta, se regocija con la genialidad de esta autora que provoca admiración e interés y que logra atrapar la atención con una tensión que mantiene durante todo el relato.
La historia transcurre en el palacete de ocho pisos, residencia de gente adinerada, pero totalmente ignorante o inculta según la portera y despreciable para la niña de doce años llamada Paloma.
Un palacete con patio y jardín interiores, dividido en ocho pisos de lujo, todos habitados y todos gigantescos. Renée se presenta como: “Soy viuda, bajita, fea, rechoncha, tengo callos en los pies y también, a juzgar por ciertas mañanas que a mí misma me incomodan, un aliento que tumba de espaldas. No tengo estudios, siempre he sido pobre, discreta e insignificante.” Nos encontramos con Paloma Josse, quien dice: “Mis padres son ricos, mi familia es rica y por consiguiente mi hermana y yo somos virtualmente ricas. Papá es diputado, después de haber sido ministro, y sin duda llegará a ser presidente de la Asamblea Nacional y se pimplará la bodega entera del palacete de Lassay, sede de dicha Asamblea.” Paloma tiene unas trenzas raquíticas, gafas de montura rosa y unos enormes ojos claros.
Esta narrativa de naturaleza reflexiva, parece excesiva y aburrida en los párrafos donde la autora se extiende en elucubraciones filosóficas tanto en los relatos de Renée como de Paloma.
A Renée, la chica Josse le parece una jueza de la Humanidad.A Paloma le parece que la portera oculta un secreto.
Ambas vidas, diferentes en estrato social y en edad convergen en la extrema soledad y en la huida del mundo que las rodea, áspero y vacío, ocultando su intelecto e inconformidad por la diferencia de clases sociales y la hipocresía de la clase alta. La portera en su pequeño departamento y Paloma en el enorme piso de sus padres que comparte con su hermana mayor.
De ellos nos dice: “Mis padres y Colombe se imaginan que nadan en el océano sólo porque viven en un piso de cuatrocientos metros cuadrados atestado de muebles y de cuadros.”
Barbery presenta una narrativa interesante, inteligente y logra cautivar al lector en la medida que éste tenga afición o pasión por el arte o tenga un compromiso con el otro, con el prójimo o como dice Renée, AME LAS CAMELIAS. La literatura, la pintura, el arte, los ensayos se despliegan con generosidad. Recomendable de todas maneras.
En relación a los recursos, la autora utiliza el monólogo interior en el personaje de la portera y el relato autobiográfico en el caso de Paloma, quien tiene un diario de vida donde expresa su particular visión de entorno y sociedad.
Existen fragmentos humorísticos, otros son tragicómicos y realmente el lector los disfruta, se regocija con la genialidad de esta autora que provoca admiración e interés y que logra atrapar la atención con una tensión que mantiene durante todo el relato.
La historia transcurre en el palacete de ocho pisos, residencia de gente adinerada, pero totalmente ignorante o inculta según la portera y despreciable para la niña de doce años llamada Paloma.
Un palacete con patio y jardín interiores, dividido en ocho pisos de lujo, todos habitados y todos gigantescos. Renée se presenta como: “Soy viuda, bajita, fea, rechoncha, tengo callos en los pies y también, a juzgar por ciertas mañanas que a mí misma me incomodan, un aliento que tumba de espaldas. No tengo estudios, siempre he sido pobre, discreta e insignificante.” Nos encontramos con Paloma Josse, quien dice: “Mis padres son ricos, mi familia es rica y por consiguiente mi hermana y yo somos virtualmente ricas. Papá es diputado, después de haber sido ministro, y sin duda llegará a ser presidente de la Asamblea Nacional y se pimplará la bodega entera del palacete de Lassay, sede de dicha Asamblea.” Paloma tiene unas trenzas raquíticas, gafas de montura rosa y unos enormes ojos claros.
Esta narrativa de naturaleza reflexiva, parece excesiva y aburrida en los párrafos donde la autora se extiende en elucubraciones filosóficas tanto en los relatos de Renée como de Paloma.
A Renée, la chica Josse le parece una jueza de la Humanidad.A Paloma le parece que la portera oculta un secreto.
Ambas vidas, diferentes en estrato social y en edad convergen en la extrema soledad y en la huida del mundo que las rodea, áspero y vacío, ocultando su intelecto e inconformidad por la diferencia de clases sociales y la hipocresía de la clase alta. La portera en su pequeño departamento y Paloma en el enorme piso de sus padres que comparte con su hermana mayor.
De ellos nos dice: “Mis padres y Colombe se imaginan que nadan en el océano sólo porque viven en un piso de cuatrocientos metros cuadrados atestado de muebles y de cuadros.”
Barbery presenta una narrativa interesante, inteligente y logra cautivar al lector en la medida que éste tenga afición o pasión por el arte o tenga un compromiso con el otro, con el prójimo o como dice Renée, AME LAS CAMELIAS. La literatura, la pintura, el arte, los ensayos se despliegan con generosidad. Recomendable de todas maneras.
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