PREMIO ALFAGUARA 2010
COMENTARIO LITERARIO
Domingo Zárate Vera, conocido como el Cristo de Elqui, es un vagabundo que cree ser Cristo reencarnado y predica en tierras del Norte chileno. Zárate, el personaje creado por Rivera, tiene conocimiento de la existencia de una prostituta que adora a la Virgen y atiende a sus clientes como si fuera una ofrenda a Dios. Este Cristo de Elqui, como experimentado hombre en las artes amatorias, tiene a su haber una colección de discípulas-amantes, va en su busca para convencerla de que sea su compañera, en el trabajo de conversión de almas, y el anuncio del fin del mundo (A pie, en carreta, en góndolas, en trenes, así lo hacía él).
Rivera se mueve como de costumbre en las tierras del norte, mundo que conoce bien. En este texto nos traslada por absurdas arterias que despliega la religión (una religión deformada y ridícula), utilizada para resistir el áspero hábitat norteño.
El autor logra, sin duda, una parodia de la religión, un texto a veces repulsivo con esa manía de recurrir al garabato y actitudes ordinarias (como las recurrentes menciones a las putas y la redundante mención al hurgueteo de la nariz o el lavado de testículos realizado por las prostitutas), da la impresión que el hombre del norte respira por los testículos y las mujeres por los santos.
La novela de Rivera tiene errores de sintaxis, utiliza un lenguaje ordinario de mucha adjetivación y presenta como siempre desgracias diversas que le acontecen a sus coterráneos y que alargan la novela inútilmente. Rivera en su ficción deja ver su ignorancia en el tema cristiano, en sus relatos hace uso del viejo testamento, olvidando que en la religión cristiana éste no se aplica, en el siglo XXI, sólo es considerado parte de la historia pre-cristiana. Esperemos sea éste un recurso más de su narrativa.
En general sus recursos principales son: parodia, burla, exageración, lo absurdo.
La novela “El arte de la resurrección”, ganadora del premio Alfaguara, es una narración en ocasiones entretenida, otras, muy aburrida, (254 páginas, se alarga innecesariamente), dirigida a un público masivo, (no es lectura grata para el mundo intelectual), no supera a “La Reina Isabel Cantaba Rancheras”, que posee mayor ingenio, credibilidad y novedad, y es en mi opinión lo más genuino, verídico y real de Hernán Rivera.
Ingrid Odgers
FRAGMENTOS:
“Puta tan puta y tan devota de Dios, que tenía voz de dormitorio”
“Sólo después de atender a tres feligreses y de anotarlos en su cuaderno grande- las tres prestaciones habían sido al fiado- se dispuso para ir a ver al predicador…”
“ Al tenerla en sus manos no resistió la tentación de ver qué contenía la bendita bolsa de azúcar y la vació sobre la mesa: aparte de los pocos folletos que le quedaban, todos ajados, y de una Biblia de tapas duras, lo demás no era precisamente de carácter sacramental: un par de calzoncillos negros, un pañuelo moquero arrugado, tieso como un crisantemo, unos trozos de quillay, una jabonera de baquelita con una concha de jabón Flores de Pravia, algunas nueces, algunos higos secos, una caja de fósforos con tres fósforos y una botella para el agua, de esas de coñac inglés, forrada con gangocho.”
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