COMENTARIO LITERARIO
LA VERGÜENZA
ANNIE ERNAUX
TUSQUET EDITORES- AÑO 2022
Por Ingrid Odgers Toloza
Al igual que en otras novelas suyas como La mujer
helada o El acontecimiento,
en esta obra la autora narra un evento de su vida, apuntando a demostrar la
fragilidad de la intimidad, a partir de un hecho de violencia intrafamiliar,
que fractura la vida siendo una niña de doce años.
Mis libros se basan en la memoria, una memoria
que es a la vez personal y social, porque pone voz
y rostro a las cosas cotidianas de una época.
Un hecho de violencia intrafamiliar que vive en sus años púberes, la afecta para toda la vida junto a otros sucesos.
Escribe este libro en el año 1996, cuando tenía 56 años, lo que demuestra como el trauma la afectó durante muchos años.
El trabajo literario que realiza es como un auto
exorcismo para extraer los hechos vividos que la avergüenzan, la abochornan.
Me había convertido en una persona indigna del colegio
privado, indigna de
su excelencia y de su perfección. Había entrado en el
ámbito de la vergüenza.
En un viaje, un tour en el que
la acompaña su padre advierte que existen dos mundos, en la forma como los tratan
en un restaurante muy elegante que incluía el tour. Además, observa la precariedad de sus
vestuarios comparándolos con las otras jóvenes y los otros padres de mejor
situación económica. Tuvo la certeza de esta diferencia social y al vivirla se
siente avergonzada. En resumen, pertenecía al mundo de abajo.
Es así como escribe en el libro:
Después de cada una de las imágenes de aquel verano,
mi tendencia natural
sería escribir «entonces descubrí que» o «me di cuenta
de que», pero esas
frases suponen una conciencia clara de las situaciones
vividas, cuando, en
realidad, en ellas solo existe la sensación de
vergüenza que las ha fijado en
la memoria, independientemente de cualquier
significado. Ahora ya nada
puede evitar que yo experimentara esa sensación, ese
peso, esa
aniquilación. Es la única verdad.
La avergüenza profundamente la
apariencia de su madre, al abrir la puerta, muy de noche, cuando una profesora va
a dejarla luego de una extensa jornada de estudios, así es como relata:
Después de un rato bastante largo vi encenderse la luz
y poco después apareció mi madre en el umbral de la puerta, desgreñada, medio
dormida, muda, con un camisón arrugado y lleno de manchas (nos limpiábamos con
él después de haber orinado).
Annie Ernaux indicó en una entrevista:
Nunca conoceré el encanto de las metáforas, el júbilo
del estilo.
En el café-colmado
vivimos en medio de la gente, que es como llamamos
nosotros a la
clientela. La gente nos ve comer, ir a misa, al colegio, nos oye
cuando nos lavamos
en un rincón de la cocina o cuando hacemos pis en el
orinal. Esta
exposición continua nos obliga a mostrar una conducta
respetable (no hay
que insultarse ni decir tacos, ni tampoco hablar mal de
los demás), a no
manifestar ninguna emoción, ya sea de alegría, de cólera o
de tristeza, a
disimular todo lo que pueda ser objeto de envidia o curiosidad,
o podría ser
contado. Sabemos muchas cosas sobre los clientes, sus
recursos y su
forma de vida, pero damos por sentado que ellos no deben de
saber nada sobre
nosotros o lo menos posible. Así, «delante de la gente»
está prohibido
decir cuánto ha costado un par de zapatos, quejarse de dolor
de tripa o decir
las notas que se han sacado en el colegio, de ahí la
costumbre de
arrojar un trapo sobre la tarta comprada en la pastelería, o la
de deslizar debajo
de la mesa la botella de vino cuando llega un cliente. De
esperar a que no
haya nadie para discutir. Si no, ¿qué van a pensar de
nosotros?
Fragmentos 2.-
Entre los artículos del código del perfecto
comerciante que me conciernen
se encuentran los siguientes:
Decir buenos días en voz alta y clara cada vez que
entro o paso por el
colmado o por el café.
Ser la primera en saludar a los clientes dondequiera
que me los
encuentre.
No repetir las historias que sé de ellos, ni hablar
mal de ellos ni de otros
comerciantes.
No decir nunca la recaudación del día.
No darme aires, ni hacer ostentación de nada.
Conozco muy bien el precio de no cumplir estas normas,
«vas a hacer que
perdamos clientes», y, como consecuencia, «que
quebremos».
_____________
en la vida de mi madre. Para mí, en 1952, mi madre era
la religión.
Enmendaba la ley del colegio privado haciéndola
todavía más exigente.
Algunas de las normas que más me repite son: toma
ejemplo —de la
educación, de la amabilidad, o de la aplicación de tal
o cual compañera—
pero no copies —los defectos de tal otra—. Sobre todo,
da ejemplo —de
educación, de trabajo, de buenos modales, etcétera—. Y
¿qué pensarán de
ti?)
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