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sábado, 19 de agosto de 2023

COMENTARIO LITERARIO LA VERGÜENZA ANNIE ERNAUX

 

COMENTARIO LITERARIO

 

LA VERGÜENZA

ANNIE ERNAUX

TUSQUET EDITORES- AÑO 2022




Por Ingrid Odgers Toloza

 

Al igual que en otras novelas suyas como La mujer helada o El acontecimiento, en esta obra la autora narra un evento de su vida, apuntando a demostrar la fragilidad de la intimidad, a partir de un hecho de violencia intrafamiliar, que fractura la vida siendo una niña de doce años.

 Su lenguaje es sencillo sin rebuscamientos, muy nítido y carece de recursos literarios ligados a la expresión poética. Es una narradora perfecta, clara y precisa. En su obra narra hechos personales y el contexto social de una época. Tal como lo cuenta en una entrevista:

Mis libros se basan en la memoria, una memoria que es a la vez personal y social, porque pone voz y rostro a las cosas cotidianas de una época.

Un hecho de violencia intrafamiliar que vive en sus años púberes, la afecta para toda la vida junto a otros sucesos.

Escribe este libro en el año 1996, cuando tenía 56 años, lo que demuestra como el trauma la afectó durante muchos años.

El trabajo literario que realiza es como un auto exorcismo para extraer los hechos vividos que la avergüenzan, la abochornan.

 Manifiesta en una sección del libro:

Me había convertido en una persona indigna del colegio privado, indigna de

su excelencia y de su perfección. Había entrado en el ámbito de la vergüenza.

 

En un viaje, un tour en el que la acompaña su padre advierte que existen dos mundos, en la forma como los tratan en un restaurante muy elegante que incluía el tour.  Además, observa la precariedad de sus vestuarios comparándolos con las otras jóvenes y los otros padres de mejor situación económica. Tuvo la certeza de esta diferencia social y al vivirla se siente avergonzada. En resumen, pertenecía al mundo de abajo.

 

Es así como escribe en el libro:

Después de cada una de las imágenes de aquel verano, mi tendencia natural

sería escribir «entonces descubrí que» o «me di cuenta de que», pero esas

frases suponen una conciencia clara de las situaciones vividas, cuando, en

realidad, en ellas solo existe la sensación de vergüenza que las ha fijado en

la memoria, independientemente de cualquier significado. Ahora ya nada

puede evitar que yo experimentara esa sensación, ese peso, esa

aniquilación. Es la única verdad.

 

La avergüenza profundamente la apariencia de su madre, al abrir la puerta, muy de noche, cuando una profesora va a dejarla luego de una extensa jornada de estudios, así es como relata:

Después de un rato bastante largo vi encenderse la luz y poco después apareció mi madre en el umbral de la puerta, desgreñada, medio dormida, muda, con un camisón arrugado y lleno de manchas (nos limpiábamos con él después de haber orinado).

 

Annie Ernaux indicó en una entrevista:

Nunca conoceré el encanto de las metáforas, el júbilo del estilo.

 Annie Ernaux confiesa sacar a la luz los códigos y las normas de los círculos en los que se movía, vivía, estudiaba, etc. Y termina indicando una colección de lenguajes en los que se encontraba inmersa y que son la percepción que ella tenía de sí misma y del mundo. Y lo efectúa con tal sinceridad, honestidad, sin ningún escrúpulo, crudamente que no queda más que admirarla.

 

 Fragmento 1.-

 

En el café-colmado vivimos en medio de la gente, que es como llamamos

nosotros a la clientela. La gente nos ve comer, ir a misa, al colegio, nos oye

cuando nos lavamos en un rincón de la cocina o cuando hacemos pis en el

orinal. Esta exposición continua nos obliga a mostrar una conducta

respetable (no hay que insultarse ni decir tacos, ni tampoco hablar mal de

los demás), a no manifestar ninguna emoción, ya sea de alegría, de cólera o

de tristeza, a disimular todo lo que pueda ser objeto de envidia o curiosidad,

o podría ser contado. Sabemos muchas cosas sobre los clientes, sus

recursos y su forma de vida, pero damos por sentado que ellos no deben de

saber nada sobre nosotros o lo menos posible. Así, «delante de la gente»

está prohibido decir cuánto ha costado un par de zapatos, quejarse de dolor

de tripa o decir las notas que se han sacado en el colegio, de ahí la

costumbre de arrojar un trapo sobre la tarta comprada en la pastelería, o la

de deslizar debajo de la mesa la botella de vino cuando llega un cliente. De

esperar a que no haya nadie para discutir. Si no, ¿qué van a pensar de

nosotros?

 ______________

Fragmentos 2.-

Entre los artículos del código del perfecto comerciante que me conciernen

se encuentran los siguientes:

Decir buenos días en voz alta y clara cada vez que entro o paso por el

colmado o por el café.

Ser la primera en saludar a los clientes dondequiera que me los

encuentre.

No repetir las historias que sé de ellos, ni hablar mal de ellos ni de otros

comerciantes.

No decir nunca la recaudación del día.

No darme aires, ni hacer ostentación de nada.

Conozco muy bien el precio de no cumplir estas normas, «vas a hacer que

perdamos clientes», y, como consecuencia, «que quebremos».

_____________

 

 Fragmento 3

 Me parece imposible agotar el significado y el papel que la religión tiene

en la vida de mi madre. Para mí, en 1952, mi madre era la religión.

Enmendaba la ley del colegio privado haciéndola todavía más exigente.

Algunas de las normas que más me repite son: toma ejemplo —de la

educación, de la amabilidad, o de la aplicación de tal o cual compañera—

pero no copies —los defectos de tal otra—. Sobre todo, da ejemplo —de

educación, de trabajo, de buenos modales, etcétera—. Y ¿qué pensarán de

ti?)

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