Presentación
Libro
Cartas a Lorraine
De Rossana
Arellano Guirao
Ediciones
Orlando, 2018.
Por Ingrid
Odgers
CARTAS A LORRAINE ES UN CONFESIONARIO, donde
la sacerdotisa es precisamente Lorraine y la hablante una mujer, no una mujer
cualquiera, no una mujer común
corriente, una que se siente fuera de este universo terrenal,
ante una Lorraine que es real o imaginaria, ESTO,
solo la autora lo sabe.
Estamos ante un locutorio donde se susurran
las reflexiones más íntimas, el dolor más agudo, la decepción honda y suspira un
viento sutil, una leve esperanza. Nos transporta Rossana al paisaje solitario
de la mujer, aquella oquedad que nada puede apagar o cubrir…nos traslada al universo femenino
con sus llantos, sus risas, los recuerdos, la identidad, el origen y una
esperanza entrecortada por ilusiones y sueños inconclusos.
Es la autora-creadora, de imaginativa,
potente y lúcida inteligencia, que nos cuelga de relatos, prosa poética, donde
toda mujer puede sentirse plenamente identificada.
Veamos:
¿Qué hay en esta delicada y fuerte hablante
de Cartas a Lorraine?
Primero:
Habita en dos mundos diferentes. Descubre su mundo espiritual, su interior puro
y diáfano y como contraparte nos habla desde su experiencia terrenal. Mejor
dicho habla a Lorraine, su sacerdotisa o ¿sacerdote? (la duda)
Segundo: Se
unen en esta obra una estética del dolor y una mirada desde el ser mujer hoy.
Tercero. La
escritura en prosa poética.
Ocurre, entonces, en esta obra como
manifiesta Adriana Valdés, (Valdés,
1984:38), el lenguaje, como expresión cultural, hereda una interpretación de la
realidad; la estructura del lenguaje se vuelve estructura de la realidad, y en
ella se perpetúan todas las dominaciones, incluso la dominación ejercida sobre
la mujer. Podemos decir, las presiones cotidianas que padecemos como
mujeres.
Es este un mundo rico contiene, la
vida misma: la casa, los hijos, el amor en pleno se nos presenta con su
multiforme color y sus espejos de decepción, ingratitudes, tiempos perdidos,
oscuros o claros, luchas y/o batallas perdidas, y la renuncia.
Rossana nos dibuja en tres
dimensiones: La vida real, la vida espiritual y el submundo, aquello que solo
un ojo certero es capaz de ver, un ojo cultivado por la experiencia y la
lectura abundante de libros, comunión que gatilla la idea, la creatividad y el
arte.
El gran poeta mexicano, Octavio Paz, que
indica: “designamos con la palabra imagen
toda forma verbal, frase o conjunto de frases, que el poeta dice y que unidas
componen un poema [...] y se llaman comparaciones, símiles, metáforas, juegos
de palabras, símbolos, alegorías, ficciones, fábulas, etc.” (Paz, 1983: 73). Todos
estos recursos son recurrentes en la prosa poética de Rossana Arellano.
Sin duda, estamos frente a una obra de arte,
un objeto artístico (original y único) de incalculable valor, que nos transporta,
remece, estremece y nos devela la profundidad, el ancho y la altura del amor,
en especial el amor, la fidelidad a la creación, creación, a la cual no es
posible renunciar, la renuncia significa la muerte. Y es que la creación es
inherente a la vida de la autora, observamos un talento natural, vívido, genial
sin cuya expresión artística es imposible transitar por calles y veredas de la existencia, para Arellano Guirao, y como para tantos como
ella, la escritura es una forma de sobrevivir, un trabajo al que no se puede
renunciar.
¡Salud por esta Lorraine!
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