LA ESTETICA DEL AVERNO: FURIA, SOLEDAD Y CELOS EN COETZEE
Desde la estética de la soledad, los celos y la furia Coetzee nos embriaga con su obra “En medio de Ninguna Parte”. Los recursos narrativos son en estructura externa 266 fragmentos relatados como monólogo de la narradora protagonista y plasmados en 193 páginas, donde el autor desborda los límites de lo normal a través del pensamiento de Magda, hija de un hacendado sudafricano, viudo, duro, hosco. Padre que nunca cumplió su rol, tuvo una hija mujer en una sociedad que la desvaloriza y usa como objeto sexual, parir hij@s y para trabajo doméstico.
En los primeros fragmentos encontramos que la hija da muerte con un hacha al padre y su nueva esposa, luego la historia retrocede y la protagonista relata su vida para proseguir con la historia del padre y la mujer del capataz Hendrick, donde Magda mata a su padre y empieza una extraña relación con Hendrick y sigue con la marcha del capataz y su mujer, la soledad de Magda, quien alimenta a su padre viejo y enfermo con devoción enfermiza. Los últimos fragmentos son una larga divagación que concluye con un final abierto.
¿Cuál historia es la verdadera?
Ya al leer: “El frenesí del deseo, en el medio de las palabras, hace surgir la manía del catálogo”, de boca de Magda comprendemos que el autor entra en un juego. Un juego con las palabras. Es su arte y su delirio.
El lector tiene un rol fundamental. Tendrá que tomar una decisión mientras ojos y alma se mueven entre la angustia, el dolor, la soledad, la furia, la locura, los celos, la impotencia, la aberración y la insoportable incomunicación.
COETZEE, tiene una admirable facilidad para hablar desde la mujer, su escritura a veces demencial, otras, demasiado errática, estremece, aturde, asfixia pero jamás deja indiferente.
El Premio Nóbel de Literatura nos habla de la relativa importancia de la coherencia en la creación, de atreverse a jugar con las palabras. Y es finalmente lo más relevante que se puede aprender y aprehender de esta obra escrita por la colérica y genial pluma de Coetzee.
Ingrid Odgers Toloza
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