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martes, 18 de febrero de 2020

Leyendo La noche no se mueve de Diego Rojas Valderrama -Valparaíso


COMENTARIO LITERARIO
La Noche no se mueve
Cuentos
Diego Rojas Valderrama
Ediciones Gabardinanegra - 2020

Recordemos a Shakespeare en Romeo y Julieta. Julieta:
"Beautiful tyrant! ¡fiend angelical!" (Hermoso tirano, demonio angelical) (Acto III);
Romeo: "O heavy lightness! ¡serius vanity!" (¡Oh, pesada liviandad! ¡grave frivolidad!) (Acto 1).








Desde una estética de la contradicción Diego Rojas, autor porteño,  nos trae su obra de cuentos La noche no se mueve.

La contradicción, aun cuando lógicamente falsa, puede revelar, tanto una integridad del ánimo (Lebensgefühl), un placer espiritual (Lust) que sobrepasa al mero agrado (Genuss), como la hondura de la desesperacn.

Estos fragmentos de Romeo y Julieta, indicados como epígrafe, exponen una circunstancia en la que la intensidad del sentimiento parece mayor que las posibilidades mismas del sentir.

Se trata de situaciones límite de la afectividad, caracterizadas por su plenitud, sea ésta positiva (como en las ideas estéticas y en la experiencia mística) o negativa (como le sucede a los personajes de Shakespeare, heridos de creencia y de incredulidad) La contradicción es un enlace de ser y no - ser. El entendimiento la rechaza, el sentimiento, extrañamente, navega a menudo en esas aguas con soltura.(1)

A través de su escritura Diego, nos transporta por ambientes como la universidad, el departamento, la micro, un bar y un ring de lucha libre.

De esta forma tenemos que al detestable “Driver”, luego lo invita a un café. Al escritor de novela negra, que se hace pasar por detective, nadie le cree, pero cuando se marcha, lo aplauden. El sufriente Hugo, termina acosado por burlas de una “amiga”. La cita en el bar termina de mal en peor.
Y es así, como escribe:

No quise voltearme porque veía en mi mente su boca abierta, rodeada por un resentimiento acumulado en años, quizás hacia sus padres, profesores, qué se yo; pero yo no quería seguir siendo la víctima casual de su odio, así que me alejé lo más rápido de allí, aterrorizado ante el furor de la noche, de las calles, de los otros.”

Y es que nunca como antes, la violencia, la burla, la incredulidad y/o desconfianza, nos atosigan en todas partes.  El odio se convierte en afecto o el afecto en odio, a una medida casi exponencial. Las interrelaciones son mucho más complejas en este siglo. Vivimos en tiempos cambiantes producto, tal vez del tráfago infernal que nos lleva sin rumbo a una desfragmentación total. La sociedad nos carcome, no solo en cuanto riqueza/pobreza sino en cuanto a tolerancia e intolerancia en diversos ámbitos de la vida o sobrevivencia. No hay que olvidar que nos movemos inmersos en una sociedad neo-liberal, donde los grandes valores han sido prácticamente desechados por el común de las personas. El egocentrismo, el abuso y el poder están de moda, golpeándonos de diversas maneras y confrontándonos frecuentemente.

Diego Rojas, se desplaza a paso seguro, retrata vivamente esta situación, en cada uno de sus textos, palpamos la oscuridad del día a día, la incomunicación, la soledad, la escasa empatía existente.

Rojas Valderrama, es poseedor de una escritura clara, de lenguaje coloquial, y fluye de forma coherente y atípica. Y esto último es lo que nos llama la atención, su forma de narrar situaciones, es diferente, atractiva y es lo que nos hace valorar su obra. Y esperar su próximo trabajo escritural.


Ingrid Odgers Toloza
Escritora- Crítica literaria



Referencia:
1.- Función de las contradicciones en
La crítica del juicio - DE l. KANT
Margarita Schultz - Universidad de Chile



1 comentario:

  1. Así es, más allá del análisis literario estético, remitiéndonos al contexto socio político donde se inscribe "La noche no se mueve", sus historias trasuntan inequívocamente el "estigma" del chileno medio y popular (he aquí el valor del saber decir estético del autor, como asertivamente señala Ingrid Odgers), que consiste en vivir asumiendo como fracaso exclusivamente personal el fracaso social, la condena a la mediocridad o simplemente a la pobreza marginal que abrumadoramente impone el sistema económico-político del Estado Neoliberal,como gran generador de la terrible y ominosa Desigualdad que solo favorece al poder oligárquico y a sus servidores (yanaconas) directos.

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