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domingo, 1 de septiembre de 2024

COMENTARIO LITERARIO LOBA-AULLIDOS MILENARIOS ROSA GONZÁLEZ BAEZA

 

COMENTARIO LITERARIO

LOBA-AULLIDOS MILENARIOS

ROSA GONZÁLEZ BAEZA

EDITORIAL AFTER POETRY 2021

Por Ingrid Odgers Toloza

 


Loba-Aullidos milenarios, de Rosa González Baeza es un texto que posee una poesía desgarradora que transita oscura y sexual por las páginas. Tal como Pablo Neruda, Federico García Lorca, Mario Benedetti, Alfonsina Storni y muchos más, poetas que tienen en común el plasmar temas oscuros y tristes, como el desamor y la muerte. Sus obras poéticas son desesperadamente extensas, y al leerlas invitan a una profunda reflexión de la vida, nuestras vidas, y nos incitan a comprender que de la tristeza no podemos escapar e incluso de alguna forma nos incentiva a continuar el camino.

Este poemario trae a la memoria al poeta César Vallejo y sus “Heraldos negros”, en el que el autor expresa fuerte y dolorosamente sus angustias y reflexiones sobre la vida y la muerte.

Rosa González Baeza con imágenes neurálgicas y símbolos enérgicos, nos empapa en un universo oscuro y desconcertante, donde se mezclan la soledad, la marginalidad, el sufrimiento, el sexo y la muerte. Logra conmover y perturbar con su verso intenso y obscuro.

Necesariamente viene a nuestra mente el legado de Vallejo que perdura como una de las voces más transcendentales de la poesía en español.

Rosa Amelia trabaja las metáforas de la oscuridad y la tragedia que rodean la preexistencia humana con desenvoltura y exquisito lenguaje.

No es posible evitar indicar que la poesía chilena contemporánea se distingue por un repertorio[1] copioso de escritura simbólica sobre la muerte, no desde ella, como lo recuerda Lihn en su estremecedor Diario de muerte, porque nadie escribe desde el más allá. Ese repertorio constituye la memoria de una relación en particular: la historia imaginaria de los encuentros del poeta con la muerte. La poesía de Mistral, Neruda, Huidobro, Pablo de Rokha, Parra, Rojas, Teillier o Lihn, pero también la de Pezoa Véliz, Rosamel del Valle, Carlos de Rokha, Zurita, Millán, Rubio, Barrientos, Stella Díaz, Hahn, Martínez o Harris, convierte en tradición de escritura las ficciones del diálogo del poeta con la muerte.

/Tan cerca de ti como el feto de su madre o la semilla de su fruto/, pero a la vez una negatividad que aterroriza porque es /simplemente otro ser, y su conexión contigo una fisura / aunque lo alumbres y te pudras para que sea/  (Lihn 1989: 49).

Próxima y lejana, inmanente y trascendente, insólita y familiar, fenómeno y enigma a la vez. La literatura y la filosofía de la muerte dialogan, en este caso, con singular fecundidad. Una y otra emiten, empero, sus diferencias específicas, un bello balbuceo metafórico en la zona muda misma creada por el Hápax [2]contradictorio que

/es como un clavo que el más allá clava en el más acá ¡Tan cerca y tan lejos!/ (Jankélévitch 2002: 20),

/que nos ronda como avispa / o tábano o abeja su picadura que nos crispa; / y ella al picar se muere, mas no muestra / su paradero. Muerte, ¿dónde está tu aguijón?/ (Uribe Arce 2004:41),

/que es como la puerta de entrada a /otro-mundo que es otro mundo, absolutamente otro y absolutamente en otra parte (un mundo distinto a este y fuera de este), y a pesar de todo presente por todas partes, como Dios omnipresente y omnisapiente, que está en los dos lados a la vez, del lado de acá y del lado de allá/ (Jankélévitch 2002:21).

 

El diálogo impensado de Uribe Arce (/¿dónde está tu aguijón?/) con García Lorca (/¿dónde está mi sepultura?/) hace aquí visibles las secretas comunicaciones dentro de la gran poesía hispánica sobre el enigma de la muerte.

 

Vale la pena recordar que pese a lo deprimidos o adoloridos que estemos, el mundo persistentemente vuelve a progresar. Como dice Hölderlin, no importa cuán frío y sin alegría haya sido el invierno, poco a poco reverdece el pasto y se alcanza a oír "un pájaro solitario".

 

  

Concepción,  un 1° de septiembre, día lluvioso y frío del año 2024.



[1] Atenea (Concepción)

versión On-line ISSN 0718-0462

 

[2] De acuerdo con Jankélévitch, «El hápax designa una forma, un giro que se encuentra una sola vez en todos los textos. Pero transportado a la condición humana, el hápax es la banalidad misma. No importa quién, todos y cada uno, el pobre vendedor ambulante, el vendedor de lirios de los valles en la calle es un ser único, es una singularidad excepcional, un hápax en dos pies. Es eso lo que trato de decir. La vida más insignificante y la más humilde es también una ocasión en toda la eternidad”.

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