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martes, 18 de enero de 2011

INGRID ODGERS COMENTARIO LITERARIO: EL ARTE DE LA RESURRECIÓN HERNAN RIVERA LETELIER


PREMIO ALFAGUARA 2010


 
COMENTARIO LITERARIO
Domingo Zárate Vera, conocido como el Cristo de Elqui,  es un vagabundo  que  cree  ser Cristo reencarnado y predica en tierras del Norte chileno. Zárate, el personaje creado por Rivera,  tiene conocimiento de la existencia de una prostituta que adora a la Virgen y atiende a sus  clientes como si fuera una ofrenda a Dios. Este Cristo de Elqui, como  experimentado hombre en las artes amatorias, tiene a su haber  una colección de discípulas-amantes, va en su busca  para convencerla de que sea su compañera, en el trabajo de conversión de almas, y  el anuncio del fin del mundo (A pie, en carreta, en góndolas, en trenes, así lo hacía él).
Rivera se mueve como de costumbre en las tierras del norte, mundo que conoce bien. En este texto nos traslada por absurdas  arterias que despliega la religión (una religión deformada y ridícula), utilizada para resistir el  áspero hábitat norteño.
El autor logra, sin duda, una parodia de la religión, un texto a veces repulsivo con esa manía de recurrir al garabato y actitudes ordinarias (como las recurrentes menciones a las putas y la redundante mención al hurgueteo de la nariz o el lavado de testículos realizado por las prostitutas), da la impresión que el hombre del norte respira por los testículos y las mujeres por los santos.
La novela de Rivera tiene errores de sintaxis, utiliza un lenguaje ordinario de mucha adjetivación y presenta como siempre desgracias diversas que le acontecen a sus coterráneos y que alargan la novela inútilmente. Rivera  en su ficción deja ver su ignorancia en el tema cristiano, en sus relatos hace  uso del viejo testamento, olvidando que en la religión cristiana éste no se aplica, en el siglo XXI, sólo es considerado parte de la historia pre-cristiana. Esperemos sea éste un recurso más de su narrativa.
En general sus recursos principales son: parodia, burla, exageración, lo absurdo.

La novela “El arte de la resurrección”, ganadora del premio Alfaguara, es una narración  en ocasiones entretenida, otras,  muy aburrida, (254 páginas, se alarga innecesariamente), dirigida a un público masivo, (no es lectura grata para el mundo intelectual),  no supera a “La Reina Isabel Cantaba Rancheras”, que posee mayor ingenio, credibilidad y novedad, y es en mi opinión lo más genuino, verídico y real de Hernán  Rivera.



Ingrid Odgers


FRAGMENTOS:

“Puta tan puta y tan devota de Dios, que tenía voz de dormitorio”

“Sólo después de atender a tres feligreses y de anotarlos en su cuaderno grande- las tres prestaciones habían sido al fiado- se dispuso para ir a ver al predicador…”

“ Al tenerla en sus manos no resistió la tentación de ver qué contenía la bendita bolsa de azúcar y la vació sobre la mesa: aparte de los pocos folletos que le quedaban, todos ajados, y de una Biblia de tapas duras, lo demás no era precisamente de carácter sacramental: un par de calzoncillos negros, un pañuelo moquero arrugado, tieso como un crisantemo, unos trozos de quillay, una jabonera de baquelita con una concha de jabón Flores de Pravia, algunas nueces, algunos higos secos, una caja de fósforos con tres fósforos y una botella para el agua, de esas de coñac inglés, forrada con gangocho.”

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