Todos los valores atropellados, marchitos en esta novela de Maupassant. Jorge transita en la sociedad decimonónica, su vida fluye de la mano del autor desde que deja el ejército en África donde pasó unos años como suboficial hasta el matrimonio con la hija de un influyente empresario. De origen campesino, de baja instrucción, ambicioso y sin escrúpulos, el protagonista asciende a la aristocracia tomado de las faldas de las mujeres que se cruzan en su camino. Y no es precisamente por el don de la inteligencia ni la cultura, sino su atractivo físico, atractivo con el que naturalmente cautiva la atención de todas las mujeres que conoce. Mujeres deseosas de sexo y atención masculina como la vulgar Raquel que revolotea constantemente por el Follies Bergère, la aristocrática Madame Walter, hija de banqueros y esposa del influyente director de “La vie francaise”, el incomparable par de amantes- Madame Forestier, luego convertida en esposa, y Madame de Marelle.
El joven Du Roy utiliza a su favor los disímiles caracteres de cada una de ellas para convertirse como por arte de magia en el barón Du Roy de Castel. Con singular astucia llegará a cubrir rápidamente la distancia de joven sin posesiones a apetecido aristócrata.
El lenguaje es puntual y casi tan fundamental o despojado como las imágenes de Cezanne. Con estos recursos Maupassant logra una sorprendente y realista pintura de época en la que podemos encontrar rasgos de nuestra sociedad actual, principios morales como la honestidad, fidelidad o nobleza son pisoteados frente a un extremado afán de riqueza y poder.
Ciertamente no deja nada de bien al género femenino que se mueve mansamente y sin pudor alguno entre el engaño y la traición para recibir un poco de sexo, algunas caricias y hasta golpes del inescrupuloso y arribista Jorge Du Roy. “Está visto que el porvenir es de los bribones”, frase de uno de los personajes de BEL AMI. Muy apropiada.
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